13 May 2025, Mar

Antes del cónclave, el personal del Vaticano jura guardar secreto bajo amenaza de excomunión

Limpiadores, cocineros, doctores y enfermeras. Incluso conductores y operadores de ascensores, todo el personal de apoyo para los cardenales que elegirán al sucesor del papa Francisco prestó juramento de secreto el lunes antes del cónclave, que comenzará el miércoles.

¿El castigo por romper el juramento? La excomunión automática.

Unas 100 personas asignadas al cónclave prestaron sus juramentos en la capilla Paulina del Vaticano, indicó Matteo Bruni, portavoz del Vaticano. Entre ellas hay clérigos en papeles de apoyo, incluidos confesores que hablan varios idiomas.

Los propios cardenales prestarán su juramento el miércoles en la capilla Sixtina, antes de emitir sus primeros votos.

Se requiere de una serie de hombres y mujeres laicos para albergar y alimentar a los cardenales. La duración de un cónclave no se puede predecir, y sólo concluirá cuando la fumata blanca salga de la chimenea de la capilla Sixtina para anunciar que hay un ganador.

Todas esas personas estarán aisladas con el fin de que estén disponibles por si se ofrece alguna necesidad médica, y también para mantener la majestuosa belleza apropiada para la elección del próximo líder de la Iglesia católica, que cuenta con 1.400 millones de fieles. De los 133 cardenales que se prevé voten en el cónclave, 108 fueron nombrados por Francisco.

Los cardenales vivirán en residencias dentro de los terrenos de la Santa Sede. Pueden caminar aproximadamente 1 kilómetro hasta la capilla Sixtina o tomar un autobús especial que sólo opera dentro de los terrenos herméticos del Vaticano, y para eso también se necesitan conductores.

Teléfonos y secretismo

En un principio Bruni indicó que a los cardenales se les pediría dejar sus teléfonos móviles en su residencia en el Vaticano, Santa Marta, pero no les serían confiscados.

Sin embargo, en una sesión informativa vespertina efectuada horas después, señaló que entregarían sus teléfonos en Santa Marta y sólo se les devolverían al final del cónclave.

Pero, agregó, el asunto va «más allá de sólo cuestiones técnicas», ya que es un “proceso unido también con la oración, con la meditación, con la reflexión sobre quién podría ser la persona que el Señor ha identificado como el papa de Roma”.

El Vaticano también planea usar inhibidores de señal en los alrededores de la capilla Sixtina y las residencias para evitar vigilancia electrónica o comunicación fuera del cónclave. Los gendarmes de la Santa Sede supervisarán las medidas de seguridad.

El juramento

Las disposiciones para la toma del juramento están establecidas en la ley vaticana.

San Juan Pablo II reescribió las normas sobre las elecciones papales en un documento de 1996 que sigue en gran medida en vigor, aunque el papa Benedicto XVI lo enmendó dos veces antes de renunciar en 2013. Él endureció el juramento de secreto, dejando claro que cualquiera que revele lo que sucedió dentro del cónclave enfrenta la excomunión automática.

En las reglas de Juan Pablo II, la excomunión siempre fue una posibilidad, pero Benedicto XVI la hizo explícita.

Ahora los que prestan juramento declaran: «Prometo y juro que, a menos que reciba una facultad especial otorgada expresamente por el pontífice recién elegido o por sus sucesores, guardaré absoluto y perpetuo secreto con todos los que no formen parte del Colegio de Cardenales electores en relación con todos los asuntos directa o indirectamente relacionados con los votos emitidos y su escrutinio para la elección del sumo pontífice».