Individualismo, Cristianismo y el Evangelio de Cristo

REDESCUBRIENDO

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

A continuación citaré la reflexión de un teólogo contemporáneo, de la cual se desprende la filosofía esencial de la renovación del individuo: la propuesta subversiva del nuevo hombre desde la perspectiva del Evangelio. Si queremos un verdadero cambio y una revolución social, como muchos políticos pregonan, esta reflexión deberá ser tomada como una aportación fundamental a la construcción de ese cambio. El texto reza así: “Pero quizás haya algo más subversivo que todo lo anterior en la predicación de Jesús. Hoy en día resulta particularmente ofensivo que el Evangelio exija coherencia entre el decir y el hacer, entre la teoría y la práctica. Tener la doctrina “correcta” o un credo ortodoxo no avala de nada en el Reino de los Cielos: a lo más lo hace a uno semejante a un fariseo. Y precisamente, escandaliza muy especialmente el hecho de que el metanoia pida reordenar metas, vidas y prioridades alrededor de Jesucristo –no sólo abandonar pecados- y hacer del proyecto del reino y su extensión el proyecto central de la existencia en esta tierra.

La mera sugerencia de redefinición radical de metas, metas que muchas veces se han perseguido toda la vida, metas en ocasiones en sí mismas no tienen carácter ético negativo, pero que para la persona se han constituido en ídolos –véase el caso del joven rico– resulta ofensiva en una época en donde slogan como “realización personal”, “individualismo” y diferentes perversiones del concepto de individualidad, han ayudado a crear una “comparta mentalización” de la vida religiosa que era desconocida por los primeros cristianos. Una extraña experiencia en donde Dios es visto como una escalera para alcanzar las metas personales –cualesquiera que sean éstas– y el Evangelio, una especie de manual técnico que promete, si se oprimen las teclas adecuadas, ayudar a lograr sueños personales egoístas o vánales.

Metanoia es ofensivo para la sociedad contemporánea porque sus demandas tocan las raíces más profundas de la problemática del ser humano: sus pretensiones de autonomía de Dios. El mensaje de arrepentimiento del Evangelio con sus demandas a la persona de integrarse al proyecto del reino –los intereses vitales de Dios en la tierra- exige poner fin al proyecto de vida propio, y ver de ahora en adelante cualesquiera actividades que se realicen en relación directa con el Reino de Dios. Propone ser absorbido en el proyecto y plan de otro –en este caso Dios–   consignar la creatividad, talentos y fuerzas a construir el sueño de otro. Es el fin de del yo. Tan repulsivo y anormal como puede sonar esta idea, la misma es en realidad, el retorno a un estado de normalidad teológica, un estado en donde el ser humano está de nuevo unido a Dios y a su proyecto y cuya felicidad y realización plenas se hallan ahora en esa relación.

Finalmente el Evangelio de arrepentimiento implica también la muerte del yo aun en sentidos más amplios. Una cultura esencialmente hedonista de manera natural rechazará o intentará diluir los reclamos del Evangelio de “tomar la cruz”. En su significado primario, esta metáfora es disponerse a sufrir como prueba de amor genuino a Jesús y al reino –a ese nuevo orden de valores y forma de vivir que estos implican-.  Metanoia es moverse de las palabras a los hechos, de la confesión de fe a la práctica diaria; es atreverse a identificarse en principio con Jesús y con la vida que Él llevó, aun si eso implica rechazos, incomprensión, condena pública, peligros e incluso la muerte misma. El cristianismo nominal intenta fluir esta dimensión de la experiencia cristiana, buscando espiritualizar el texto de “tomar la cruz”. Sin embargo esta actitud carece de justificación filológica. Las cruces espirituales no existían en el tiempo de Cristo –ni ahora–. El referente externo del término era exactamente el proceso de juicio público y crucifixión que se seguía a aquellos considerados subversivos por oponerse a los intereses y valores torcidos del imperio romano –el reino de César–. La sociedad contemporánea se aferra a un ideal epicúreo de la existencia y por el mismo rechaza la idea del sufrimiento como parte de la vida, y por consecuencia la idea de “tomar la cruz”. Sin embargo, irónicamente esta misma idolatría del placer ha producido miseria y tragedias en el mundo como nunca antes en la historia de la humanidad. El sufrimiento es parte de la existencia humana y como tal no existe la opción de substraerse sino sólo la de elegir porque causa padecerlo. Como tal, el mensaje de la cruz es intensamente realista.” Hasta la próxima. redescubriendo@hotmail.com