El pueblo pobre es el que más sufre ante la COVID-19

Por Ricardo Esquivel Castañeda, Dirigente Estatal del Movimiento Antorchista

En estos días vuelve a resaltar la situación de la COVID-19, en realidad, lo más probable es que nunca se haya controlado, pero ahora, por lo que se ve, sigue haciendo estragos en la salud de los mexicanos y de manera más agresiva, atacando no sólo a los de la tercera edad y a los enfermos, sino que también a los niños y jóvenes.

De entrada, diré que es muy preocupante el problema de la salud ante el que nos estamos enfrentando y más preocupa por la forma en que el gobierno ve este problema, para ser más precisos, preocupa mucho cómo ve el problema el presidente, porque él es todo el gobierno.

Como se recordará, cuando inició el problema de la contingencia sanitaria hubo especialistas de la medicina que con tiempo anticiparon el problema, que expresaron lo que se tenía que hacer para enfrentar al coronavirus, diciendo que se tenía que invertir en nuevos hospitales, abrir nuevas áreas especiales para atender enfermedades contagiosas, comprar insumos que requieren los médicos y personal de salud, etc., etc.

En la economía, también se le recomendó al presidente tomar medidas como apoyar a los negocios con subsidios económicos para que estos no se vieran obligados a despedir a sus empleados. Y muchas más recomendaciones se le han hecho y por un oído le entran y por el otro le salen.

El gobierno y la Secretaría de Salud minimizaron el problema, dijeron que no era algo de que alarmarse, el mismo presidente no paraba en sus giras, sin cubre bocas, desafiando las instrucciones recomendadas por el sector salud y siendo un mal ejemplo.

Con ese comportamiento, con una actuación de menosprecio hacia la ciencia de la salud y de la economía, ¿Qué se podía esperar? Nada bueno, y ahí están los resultados, 238 mil muertos, 14 millones de mexicanos de nuevos pobres por la pandemia y llegando a 72 millones de mexicanos en pobreza en todo el país.

A estos dos graves problemas, falta agregarle los de educación, inseguridad y demás problemas. Lo que pasó no es poca cosa, son 238 mil mexicanos muertos, «son un chingo de personas» que se nos fueron porque no se les atendió correctamente, que se les pudo salvar; lo que pasó y sigue pasando, no puede dejar de llamarse un crimen contra el pueblo.

Todo eso debería inducir al gobierno a cambiar, a corregir y, sin embargo, no vemos eso, ante la tercera ola de la COVID-19, el presidente sigue desdeñando el problema, sigue negando las cosas, diciendo, por ejemplo, que no hay motivos para dejar de iniciar clases presenciales, cuando todo mundo ve cómo crecen los contagios, y con su necedad se está poniendo en riesgo ahora la salud de niños y jóvenes.

No están preocupados por la vida de los mexicanos, si no, ¿cómo se explica que los medios informativos digan que el sistema de salud está colapsado? por ejemplo, aquí en Nayarit se sabe que ya hay varios hospitales que están trabajando a más de su capacidad, hay enfermos que tienen temor de ir a los hospitales y se sabe también que hay hospitales que atienen a los enfermos fuera de hospitales.

Quien ha tenido un enfermo de COVID-19 sabe lo que se sufre, el daño es terrible, afectando gravemente los pulmones, entre otros órganos y el tratamiento, si se quiere salvar al enfermo es bastante caro; por lo que está claro que el pueblo pobre es el que está más expuesto a contagiarse y el que menos recursos económicos tiene para pagar medicinas, doctores y alimentación, por ello es el que más muere por esta enfermedad.

Y ante esta situación ¿qué está haciendo el gobierno? Por lo que veo, el presidente está más preocupado en el enjuiciamiento a los ex presidentes el próximo domingo 1 de agosto que en ver cómo salvar la vida a muchos mexicanos que no tienen cómo defenderse.

Pienso que los mexicanos no podemos ser indiferentes ante la gravedad de los problemas, más cuando vemos que miles de mexicanos se nos están muriendo nomás porque no podemos atenderlos bien en los hospitales y creo que debemos de ir más allá, hay que exigir al gobierno que se atienda la salud de nuestra gente en vez de andar desviando la atención de los graves problemas del momento.